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martes, 15 de enero de 2013

De las tres transformaciones del Espíritu (Nietzsche)


Tres transformaciones les mencionaré del espíritu: cómo el espíritu se transforma en camello, y el camello en león, y finalmente el león en niño.
Hay muchas cosas pesadas para el espíritu, para el espíritu fuerte, sufrido, imbuido de profundo respeto: su fortaleza le demanda cosas pesadas, e incluso las más pesadas.
¿Qué es pesado?, así pregunta el espíritu sufrido, así se arrodilla, al igual que el camello, y quiere estar bien cargado.
¡Heroes! ¿qué es lo más pesado?, así pregunta el espíritu sufrido, para que yo pueda asumirlo y pueda felicitarme de mi fuerza.
No es acaso esto: ¿denigrarse, para herir nuestra soberbia? ¿Dejar brillar nuestra estupidez, para burlarse de nuestra sabiduría?
O es acaso esto: ¿separarnos de nuestra causa cuando celebra su victoria? ¿Subir a montañas muy altas, para tentar al tentador?
O es acaso esto: ¿alimentarse de las bellotas y del pasto del conocimiento, y sufrir hambre en el alma por amor a la verdad?
O es acaso esto: ¿estar enfermo y mandar a casa a los que nos consuelan y trabar amistad con sordos que jamás escuchan lo que quieres?
O es acaso esto: ¿meterse en agua sucia, si es el agua de la verdad, y no apartar de uno las ranas frías y los sapos calientes?
O es acaso esto: ¿amar a los que nos desprecian, y tenderle la mano al fantasma cuando nos quiere atemorizar?
Todas estas cosas de lo más pesadas, las asume el espíritu sufrido: al igual que el camello, que se apresura en entrar cargado al desierto, así se apresura él en entrar a su desierto.
Pero en el desierto de lo más solitario sucede la segunda transformación: el espíritu se convierte aquí en león, quiere conquistar para sí la libertad y ser el amo en su propio desierto.
Busca aquí a su último amo: quiere hacerse su enemigo y enemigo de su último dios, en pos de la victoria quiere luchar con el gran dragón.
¿De qué tipo es este gran dragón, al que el espíritu ya no quiere reconocer como amo y dios? “Tú-debes”, así se llama el gran dragón. Pero el espíritu del león dice “yo quiero”.
“Tú-debes” le cierra el paso, destellando dorados, un animal escamoso, y en cada escama brilla el dorado: “¡Tú-debes!”.
Valores milenarios brillan en esas escamas, y así habla el más poderoso de todos los dragones “todo el valor de las cosas - brilla en mí”.
“Todo lo que es de valor ya ha sido creado, y todo valor creado - eso soy yo. ¡En verdad, que ya no haya ningún “yo-quiero” más!” Así habla el dragón.
Hermanos míos, ¿para qué se necesita que haya un león en el espíritu? ¿Para qué cosa no nos es suficiente la bestia de carga, que renuncia a todo y es respetuosa?
Crear nuevos valores - tampoco el león es capaz de eso aún: pero crearse libertad para un nuevo crear - eso sí lo logra la fuerza del león.
Crearse libertad y responder con un sagrado “No”, incluso frente al deber: para esto, hermanos míos, se necesita del león.
Tomarse el derecho a nuevos valores – ese “tomar” es lo más terrible para el espíritu sufrido y respetuoso. Realmente, es para él como un robar y un asunto de animales depredadores.
Como lo más sagrado el espíritu antes amaba al “Tú-debes”: ahora debe encontrar el delirio y la arbitrariedad incluso en lo más sagrado, para que se robe la libertad (y se libere) de su amor: hace falta el león para ese robo.
Pero díganme, hermanos míos, ¿qué otra cosa más puede hacer el niño, que tampoco el león haya logrado hacer? ¿Por qué debería el león depredador encima convertirse en un niño?
Inocencia, es el niño y olvido, un nuevo comienzo, un juego, una rueda que rueda por sí misma, un primer movimiento, un sagrado decir “sí”.
Sí, para el juego de la creación, hermanos míos, es necesario un sagrado decir ” sí”: su voluntad es lo que ahora quiere el espíritu, su mundo es lo que se gana para sí el que se había alejado del mundo.
Tres transformaciones del espíritu les he mencionado: cómo el espíritu se transformó en camello, y el camello en león, y finalmente el león en niño.
Así habló Zaratustra. Y por aquel entonces se hallaba en la ciudad a la que llaman: la vaca variopinta.


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