Creo en lo que quiero y quiero lo que creo.
Lo demas es chamuyo


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jueves, 28 de febrero de 2013

Otra del tio Federico Nietzshe

Fragmento de *Del Leer y el Escribir* (Así hablo Zaratustra)

 
Bailar, el camino a la apoteosis.

Quiero tener duendes a mi alrededor, pues soy valeroso. El valor que ahuyenta los fantasmas, se crea sus propios duendes, el valor quiere reír.
Yo ya no tengo sentimientos en común con vosotros: esa nube que veo por debajo de mí, esa negrura y pesadez de que me río, cabalmente ésa es vuestra nube tempestuosa.
Vosotros miráis hacia arriba cuando deseáis elevación. Y yo miro hacia abajo, porque estoy elevado.
¿Quién de vosotros puede a la vez reír y estar elevado? Quien asciende a las montañasmás altas se ríe de todas las tragedias, de las del teatro y de las de la vida

Valerosos, despreocupados, irónicos, violentos, así nos quiere la sabiduría: es una mujer y ama siempre únicamente a un guerrero.

(...)

Yo no creería más que en un dios que supiese bailar.
Y cuando vi a mi demonio lo encontré serio, grave, profundo, solemne: era el espíritu de la pesadez, él hace caer a todas las cosas. No con la cólera, sino con la risa se mata.
Deberías tener un Nazareno (O a tu deidad predilecta)
 bailando en los pantalones

¡Adelante, matemos el espíritu de la pesadez!
He aprendido a andar: desde entonces me dedico a correr.
He aprendido a volar: desde entonces no quiero ser empujado para moverme de un sitio.
Ahora soy ligero, ahora vuelo, ahora me veo a mí mismo por debajo de mí, ahora un dios baila por medio de mí.



*Nota personal: Nietzsche es como Los Beatles de la filosofía, no tengo ni idea cuanta gente lo entiendio pero a todo el mundo le gusta*



domingo, 24 de febrero de 2013

Dos fragmentos de "El Retrato de Dorian Gray"



Larga vida a Oscar Wilde.




Fragmento I

(...) ¡Viva! ¡Viva la vida maravillosa que le pertenece! No deje que nada se pierda. Esté siempre a la busca de nuevas sensaciones. No tenga miedo de nada... 
Un nuevo hedonismo: eso es lo que nuestro siglo necesita. Usted puede ser su símbolo visible. Dada su personalidad, no hay nada que no pueda hacer. 
El mundo le pertenece durante una temporada... En el momento en que lo he visto he comprendido que no se daba usted cuenta en absoluto de lo que realmente es, de lo que realmente puede ser. Había en usted tantas cosas que me encantaban que he sentido la necesidad de hablarle un poco de usted. He pensado en la tragedia que sería malgastar lo que posee. Porque su juventud no durará mucho, demasiado poco, a decir verdad. Las flores sencillas del campo se marchitan, pero florecen de nuevo. Las flores del codeso serán tan amarillas el próximo junio como ahora. Dentro de un mes habrá estrellas moradas en las clemátides y, año tras año, la verde noche de sus hojas sostendrá sus flores moradas. Pero nosotros nunca recuperamos nuestra juventud. El pulso alegre que late en nosotros cuando tenemos veinte años se vuelve perezoso con el paso del tiempo. Nos fallan las extremidades, nuestros sentidos se deterioran. 
Nos convertimos en espantosas marionetas, obsesionados por el recuerdo de las pasiones que nos asustaron en demasía, y el de las exquisitas tentaciones a las que no tuvimos el valor de sucumbir*.
¡Juventud! ¡Juventud! ¡No hay absolutamente nada en el mundo excepto la juventud!

* A-menos-que... [Nota personal]

Fragmento II


-¿Es cierto que ejerce usted una pésima influencia, lord Henry? -le preguntó al cabo de unos instantes-. ¿Tan mala como dice Basil?
-Las buenas influencias no existen, señor Gray. Toda influencia es inmoral; inmoral desde el punto de vista científico.
-¿Por qué?
-Porque influir en una persona es darle la propia alma. Esa persona deja de pensar sus propias ideas y de arder con sus pasiones. Sus virtudes dejan de ser reales. 
Sus pecados, si es que los pecados existen, son prestados. Se convierte en eco de la música de otro, en un actor que interpreta un papel que no se ha escrito para él. 

La finalidad de la vida es el propio desarrollo. Alcanzar la plenitud de la manera más perfecta posible, para eso estamos aquí. En la actualidad las personas se tienen miedo. Han olvidado el mayor de todos los deberes, lo que cada uno se debe a sí mismo. 
Son caritativos, por supuesto. Dan de comer al hambriento y visten al desnudo. Pero sus almas pasan hambre y ellos mismos están desnudos. Nuestra raza ha dejado de tener valor. Quizá no lo haya tenido nunca. El miedo a la sociedad, que es la base de la moral; el miedo a Dios, que es el secreto de la religión: ésas son las dos cosas que nos gobiernan. Y, sin embargo...
-Vuelve la cabeza un poquito más hacia la derecha, Dorian, como un buen chico -dijo el pintor, enfrascado en su trabajo, sólo consciente de que en el rostro del muchacho había aparecido una expresión completamente nueva.


-Y, sin embargo -continuó lord Henry, con su voz grave y musical, y con el peculiar movimiento de la mano que le era tan característico, y que ya lo distinguía incluso en los días de Eton-, creo que si un hombre viviera su vida de manera total y completa, si diera forma a todo sentimiento, expresión a todo pensamiento, realidad a todo sueño..., creo que el mundo recibiría tal empujón de alegría que olvidaríamos todas las enfermedades del medievalismo y regresaríamos al ideal heleno; puede que incluso a algo más delicado, más rico que el ideal heleno.
Pero hasta el más valiente de nosotros tiene miedo de sí mismo. La mutilación del salvaje encuentra su trágica supervivencia en la autorrenuncia que desfigura nuestra vida. Se nos castiga por nuestras negativas.
Todos los impulsos que nos esforzamos por estrangular se multiplican en la mente y nos envenenan. 
Que el cuerpo peque una vez, y se habrá librado de su pecado, porque la acción es un modo de purificación. Después no queda nada, excepto el recuerdo de un placer o la voluptuosidad de un remordimiento. 
La única manera de librarse de la tentación es ceder ante ella. Si se resiste, el alma enferma, anhelando lo que ella misma se ha prohibido, deseando lo que sus leyes monstruosas han hecho monstruoso e ilegal.
Se ha dicho que los grandes acontecimientos del mundo suceden en el cerebro. 
Es también en el cerebro, y sólo en el cerebro, donde se cometen los grandes pecados. Usted, señor Gray, usted mismo, todavía con las rosas rojas de la juventud y las blancas de la infancia, ha tenido pasiones que le han hecho asustarse, pensamientos que le han llenado de terror, sueños y momentos de vigilia cuyo simple recuerdo puede teñirle las mejillas de vergüenza...

-¡Basta! -balbuceó Dorian Gray-; ¡basta! Me desconcierta usted. No sé qué decir. Hay una manera de responderle, pero no la encuentro. No hable. Déjeme pensar. O, más bien, deje que trate de pensar.

martes, 5 de febrero de 2013

Sobria Ebriedad (Antonio Escohotado)


[No es que no les tenga Fe, pero resalto ciertas partes para los que no leen el texto entero :P
Recomiendo la lectura completa, Escohotado se lo merece. ]


El prohibicionismo en materia de drogas es -cada vez más- un remedio que agrava el mal en lugar de evitarlo; su vigencia sostiene imperios criminales, corrupción, envenenamiento con sucedáneos y meros venenos, hipocresía, marginación, falsa conciencia, suspensión de las garantías inherentes a un Estado de Derecho, histeria de masas, sistemática desinformación y -cómo no- un mercado negro en perpetuo crecimiento. 

Los millones de personas que mueren o son encarceladas, chantajeadas y expropiadas cada año en el mundo, y los muchos millones más expuestos cada día a semejante suerte no son un argumento pequeño; súmese a ello la atrocidad de que mueran o yazcan retorcidos por dolores perfectamente remediables un número todavía superior de personas y tendremos un cuadro realista de la situación.

Pero el cambio de esta pesadilla, la ley vigente, no sólo promete evitar de inmediato muchas cosas indeseables como la sobredosis accidental o involuntaria-, sino promover algunas deseables, empezando por la moderación misma.
Aunque parezca imposible un mundo sin drogas, hay quien piensa que seria lo idóneo; tienen demasiado cerca la proganda prohibicionista para observar que las sustancias psicoactivas no se inventaron para hundir al ser humano, esclavizándole y mutilando su dotación orgánica, sino para ayudarle a sobrellevar desafíos vitales, mejorando su autocontrol y, en definitiva, su libertad y su dignidad personal.

La guerra a las drogas es una guerra a la euforia autoinducida y delata miedo al placer. El sufrimiento, tan común, coge a todos preparados y no suele exigir pedagogos; pero el placer -especialmente si se presume intenso- demanda una protección, que pedagogos oficiales se encargan de impartir por las buenas o por las malas, normalmente por las malas.
Nada más oportuno entonces que recordar el concepto clásico de euforia así como la idea que otras culturas tuvieron y tienen de la ebriedad.
Hacia el siglo VI antes de Cristo, Hipócrates -creador de la medicina científica- recomendaba "dormir sobre algo blando, embriagarse de cuando en cuando y entregarse al coito cuando se presente ocasión". Preconizaba opio para trata la histeria y concebía la euforia (de eu-phoria: "ánimo correcto") como algo terapéutico. Para él, como para Teofrasto y Galeno, las drogas no eran sustancias buenas
o malas, sino "espíritus neutros", oportunos o inoportunos atendiendo al individuo y la ocasión.

Durante la era pagana, el vino y las bebidas alcohólicas son las únicas drogas que sugieren degradación ética e indigna huida ante la realidad. Ecos del reproche se remontan al primer imperio egipcio, prosiguen en la vieja religión indoirania y llegan a la cuenca mediterránea como dilema:
¿quiso Dioniso-Baco regalar a los mortales algo que enloquece o algo que ayuda a vivir?
Los usuarios de cualesquiera otras droga no interesan para nada al derecho ni a la moral, y cometeríamos un error creyendo que eran escasos. En la Roma de Augusto y Tiberio, por ejemplo, había casi 900 tiendas dedicadas de modo exclusivo a vender opio, cuyo producto representaba el 15% de toda la recaudación fiscal, y el opio era una mercancía estatalmente subvencionada, como la harina, para impedir especulaciones con su precio; sin embargo, no hay patabra en latín para opiómano, mientras se acercan a la docena las que
nombran al alcohólico, y ni un solo caso de adicto al opio aparece menciotiado en los anales de la cultura grecorromana.
Lo mismo debe decirse de quien usa marihuana, hachís, beleño, daturas, hongos visionarios y demás drogas antiguas.
Las raíces del mundo occidental coinciden con las de otras innumerables culturas en un concepto a la vez profundo y claro de la ebriedad -alcohólica o no-, que en definitiva apunta a un acto de júbilo y abandono, pues -como señalara Nietzsche- es "el juego de la naturaleza con el hombre".
Filón de Alejandría, padre de la corriente jónica vincula la palabra griega para ebriedad (methe) con el verbo methyeni, que significa "soltar", "permitir", y define al ebrio como quien se adentra en "liberación del alma".
Platón, su maestro, no ignoraba que el ebrio puede caer en patosería, aturdimiento, avidez y fealdad, pero defendió vigorosamente el entusiasmo ebrio como antídoto para aligerar la tirantez del carácter y sus ropajes rutinarios, que suscita la interioridad original y aquella inocencia donde pueden aparecer a una nueva luz las cosas.

Como resumiría mucho más tarde Montaigne, "los paganos aconsejaban la ebriedad para relajar el alma".
De ahí que el ideal grecorromano no fuese la sobriedad, sino la sobria ebrietas,
la ebriedad sobria que faculta para gozar el entusiasmo sin incurrir en necedades.

El sobrio no debe ser confundido con el abstemio, porque el primero es racional con o sin drogas, mientras el segundo sólo lo es sin ellas; uno puede penetrar en los pliegues de la desnudez, y el otro ha de rehuirlo para no avergonzarse ante los demás y ante su propia conciencia.
Esta constelación se derrumba al triunfar el cristianismo, que no sólo combate los cultos orgiásticos y extáticos de la religión pagana -apoyados casi siempre con drogas de tipo visionario- sino la propia medicina hipocráto-galénica, en nombre de remedios mejores como exvotos, santos óleos y agua bendita; el saber farmacelógico antiguo,será destruido, y se perseguirá como crimen de lesa majestad la eutanasia, que hasta entonces había sido considerada un signo de excelencia ética.
El uso médico, moral, sacramental y recreativo de drogas distintas del vino constituye apostasía, desprecio por la fe verdadera. Los dispersos restos del saber previo quedan al cuidado de curanderos y curanderas, y la persecución de estos focos acabará suscitando una cruzada contra la brujiería, que, por estructura y métodos, es un calco de la actual guerra a las drogas.

Para terminar les recuerdo que Europa recobró la farmacología científica -y libertad para hacer uso de ellas- cuando aparecieron las primeras fisuras graves en la nonolítica unidad de la Iglesia y el Estado, y que desde el siglo XVII hasta el actual concibió las drogas otra vez al modo pagano, confiando en ellas como buenos remedios cuando se usaban sensatamente, y restaurando como orientación Ia sobria ebriedad.

Les recuerdo que el afán prohibicionista, nacido en Estados Unidos y promovido por este país al ritmo en que iba alzándose al rango de superpotencia, es una iniciativa de misioneros y círculos puritanos, pensada expresatmente -en palabras del reverendo Wilbur S. Crafts, director del lnternational Reforin Bureau en tiempos de T. Roosevelt- "para celebrar el segundo milenio de égida cristiana sobre el planeta".
La cruzada contra las drogas ha tenido y tiene el mismo efecto que las cruzadaa contra las brujas: exacerbar hasta extremos inauditos un supuesto mal, justificando el sádico exterminio y el expolio de innumerables personas, así como el enriquecimiento de inquisidores corruptos y un próspero mercado negro de lo prohibido, que en el siglo XVI era de unguentos brujeriles y hoy es de heroína o cocaína.

No quebrantaremos el círculo vicioso de la cruzada sin sustituir las pautas de barbarie oscurantista por un principio de ilustración.
Las drogas son cosas que siempre estuvieron entre nosotros, que sigen estándolo y que van a continuar así. Dado el clima de alarmismo contraproducente, donde para los jóvenes usar lo ilícito es en parte rito de pasaje hacia la madurez y en parte coartada que sugiere declararse irresponsable, nuestra alternativa es excitar un consumo irracional de productos adulterados, o apoyar un uso informado de sustancias puras.
Demonizar las drogas sólo nos ha hecho más inermes, más crueles para con nuestros semejantes y más idiotas en sentido original, ya que idiotés nombra en griego clásico a quien delega indefinidamente en otros la gestión de aquello común, y por tanto suyo.
No ya nuestra salud sino la de nuestros hijos y nietos pende de que recobremos su empleo como reto ético y estético personal -atendiendo a la aventura de libertad y saber allí subyacente-, sin desoír su valor como lenitivo mejor o peor para partes difíciles del vivir y vidas amargas.
A mi juicio, sólo así podrán renacer en este campo un sentido crítico y una mesura dignos de su nombre, que fueron regla antes del experimento prohibicionista.


Gracias Escohotado!
Fuente:http://www.escohotado.org/
(Pagina oficial, de donde saque este texto y donde van a poder leer mas de sus articulos online)

lunes, 4 de febrero de 2013

Combo de Lunes: Extracto Lewis Carroll/Parabola de Tool

Unan los puntos para ver el dibujo queridos mutantes...
Extracto del capitulo IV de "A través del espejo y lo que Alicia encontró allí" y "Parabola" de Tool subtitulado al español. 


[Contexto: La muchachada observando al Rey Rojo torrando]

-Ahora está soñando --señaló Tweedledee-- ¿y a que no sabes lo que está soñando?
-¡Vaya uno a saber! --replicó Alicia-- ¡Eso no podría adivinarlo nadie!
-¡Anda! ¡Pues si, te está soñando a ti! -exclamó Tweedledee batiendo palmas en aplauso de su triunfo- Y si dejara de soñar contigo, ¿qué crees que te pasaría?
-Pues que seguiría aquí tan tranquila, por supuesto -respondió Alicia.
-¡Ya! ¡Eso es lo que tú quisieras -replicó Tweedledee con gran suficiencia- ¡No estarías en ninguna parte!
¡Cómo que tú no eres más que un algo con lo que está soñando!
-Si este Rey aquí se nos despertara -añadió Tweedledum- tu te apagarías... ¡zas! ¡Como una vela!
-¡No es verdad --exclamó Alicia indignada--. Además, si yo no fuera más que algo con lo que está soñando, ¡me gustaría saber lo que sois vosotros!
-¡Eso, eso! -dijo Tweedledum.
-¡Tú lo has dicho! --exclamó Tweedledee.
Tantas voces daban que Alicia no pudo contenerse y les dijo:
-¡Callad! Que lo vais a despertar como sigais haciendo tanto ruido.
-Eso habría que verlo; lo que es a ti de nada te serviría hablar de despertarlo -dijo Tweedledum- cuando no eres más que un objeto de su sueño.
 Sabes perfectamente que no tienes ninguna realidad.

- ¡Que sí, soy real! -insistió Alicia y empezó a llorar-

- Por mucho que llores no te vas a hacer ni una pizca más real -observó Tweedledee- y además no hay nada de qué llorar.


-Si yo no fuera real -continuó Alicia, medio riéndose a través de sus lágrimas, pues todo le parecia tan ridículo- no podría llorar como lo estoy haciendo.
- ¡Anda! Pues, ¡no supondrás que esas lágrimas son de verdad? -Interrumpió Tweedledum con el mayor desprecio-
- Sé que no están diciendo más que tonterías -razonó Alicia para si misma- así que es una bobada que me ponga a llorar.
-De forma que se secó las lágrimas y continuó hablando con el tono más alegre y despreocupado que le fue posible:
- En todo caso será mejor que vaya saliendo del bosque, pues se está poniendo muy oscuro...


Yapa:

This body holding me reminds me of my own mortality. 
Embrace this moment. Remember: We are eternal.
all this pain is an illusion.
(Este cuerpo que me sostiene me recuerda a mi propia mortalidad.
Abraza este momento. Recuerda: Somos eternos.
todo este dolor es una ilusión.)

Y como me dijo una gran amiga: "Hacete cargo de las ilusiones que creas"


sábado, 2 de febrero de 2013

De como reconocer un Idiota


"Idiota, del griego idio (propio)-->idiotez-->ιδιωτης, era el término por el cual los antiguos griegos llamaban a los ciudadanos que, como tales, poseían derechos, pero que no se ocupaban de la política de su polis, es decir, personas aisladas que ignoraban los asuntos públicos, sin nada que ofrecer a los demás y obsesionados por las pequeñeces de su casa y sus intereses privados."


 
Todo un palo, ya lo ves...


Idiota el que delega la soberanía sobre si mismo, ya sea al estado o a cualquier otra persona/ente.
Idiota el que no tiene la capacidad de verse como célula de algo mayor y trascendente, de aquello a lo que pertenece e integra, su especie (Como mínimo)  y que si lo hace decide, igualmente, eludir la responsabilidad que eso implica y aun así pretende gozar de la existencia.

 

viernes, 1 de febrero de 2013

Re-flezion Crepuscular


Así como Nietzsche enuncio la muerte de Dios*, el crepúsculo me trajo una primicia:

 

El Karma ha muerto, el crédito se termino, nada vuelve y nada se va porque no hay mas que este momento, este frame de existencia. 
Las cadenas se rompieron y no backupearon
¿Lo que queda? Acción/creación inmediata. Voluntad.
¿Que juegos sagrados deberíamos inventar? ¿No es la grandeza de este hecho demasiado grande para nosotros? ¿Debemos aparecer dignos de ella?




* "Dios ha muerto. Dios sigue muerto. Y nosotros lo hemos matado. ¿Cómo podríamos reconfortarnos, los asesinos de todos los asesinos? El más santo y el más poderoso que el mundo ha poseído se ha desangrado bajo nuestros cuchillos: ¿quién limpiará esta sangre de nosotros? ¿Qué agua nos limpiará? ¿Qué rito expiatorio, qué juegos sagrados deberíamos inventar? ¿No es la grandeza de este hecho demasiado grande para nosotros? ¿Debemos aparecer dignos de ella?"
Nietzsche, La Gaya Ciencia, sección 125